La región vitivinícola de Rioja permanece en la vanguardia cualitativa del sector gracias a sus más de 600 bodegas y 14.800 viticultores. Orientadas hacia la exportación —los vinos riojanos se venden en 130 países—, muchas de esas bodegas han tenido que modernizar sus instalaciones durante las últimas décadas para no sucumbir ante una competencia creciente y feroz. Algunas se han aliado con reputados arquitectos internacionales, quienes concibieron proyectos audaces, tan eficientes ambientalmente como estéticos, a menudo emplazados en los mismos viñedos. Su descubrimiento representa una aventura llena de sorpresas y degustaciones para el viajero. Emprendemos un ameno recorrido por algunas de esas instalaciones.
Sin salir de Haro, una visita obligada es a Bodegas López de Heredia Viña Tondonia, las más antigua de la ciudad y una de las tres primeras de La Rioja.
Como celebración por su 125 aniversario, la bodega restauró parte de sus instalaciones, entre ellas un espectacular pabellón modernista que el abuelo de los actuales propietarios había utilizado en la Exposición Universal de Bruselas en 1910, para utilizarlo en la Feria Alimentaria de Barcelona en 2002 y, posteriormente, instalarlo en la bodega, como nexo de unión entre pasado y futuro y que sirviera como tienda, y estudio lúdico y expositivo.
El proyecto de cubrir este stand se puso en manos de la arquitecta iraquí Zaha Hadid, quien integró tradición y modernidad, vino y estética, naturaleza y arquitectura. El resultado fue una cubierta, como un envoltorio que, partiendo de una forma rectangular, se va distorsionando hasta convertirse en un elemento orgánico que podría asimilarse a un decantador y que cubre la base modernista, integrándose perfectamente en ella.
Siguiendo en el Barrio de La Estación de Haro, CVNE merece un hueco en esta lista, ya que fueron pioneros tanto en técnicas vinícolas como en arquitectura del vino, pues fue Gustav Eiffel quien construyó los pilares en los que se sostenía, y aún se sustenta, parte de la bodega, pilares en los que se han apoyado cinco generaciones, ayudando a crear el prestigio y la imagen de La Rioja.
La nave, que por fuera no delata nada especial, excepto su alto techo, contiene una serie de cerchas que soportan toda la estructura del edificio sin necesidad de usar columnas, lo que supuso una revolución del espacio. Eiffel tardó 17 años en construirla y se ha utilizado toda la vida para elaborar vino en barricas, pero una vez restaurada, también se muestra al público.
Siguiendo con CVNE, también para su Bodega Viña Real cerca de Logroño, confiaron en el arquitecto bordelés Philippe Mazières, quien la incrustó en una ladera del cerro de la Mesa.
El edificio principal tiene forma de tina y está construido con madera de cedro rojo de Canadá; la nave de vinificación se encuentra a ras del suelo, mientras que la sala de barricas ocupa un nivel inferior. La crianza del vino se hace en sendos túneles perforados en el mismo cerro. La bodega, inaugurada en 2004, hace un gran uso del vidrio, un material que propicia la visión simultánea de las distintas dependencias, aumenta la luminosidad del conjunto y hace que la visita a esta bodega resulte espectacular. En nuestra opinión, el interior es mucho más impactante que el exterior.
También en las afueras de Logroño se encuentran Bodegas Darien, una instalación vanguardista, concebida por el arquitecto Jesús Marino Pascual. Se inauguraron en 2007, aunque interrumpieron su actividad como consecuencia de la crisis. Construidas en hormigón blanco sobre una loma a la entrada de Logroño, son muy visibles desde la carretera N-232 y desde la autopista AP-68. Sus planos inclinados y asimétricos, llenos de aristas, se inspiran en los estratos de roca arenisca de la zona. El edificio no pretende el mimetismo con el entorno, sino formar parte del territorio de una manera discreta. Como curiosidad, la instalación no tiene una única fachada, sino varias. La instalación recibió el premio Best of Turismo del Vino en la categoría de Arquitectura en su edición de 2008.
Aunque tiene menos de 300 habitantes, el pueblecito riojano de Ollauri tiene varias bodegas de postín, como Berberana, Paternina o Beronia. También la Bodega Marqués de Terán, cuyas instalaciones merecieron el Premio de Arquitectura Aluminier Technal en su edición de 2007. El proyecto fue de los arquitectos Javier Arizcuren Casado y Miguel Alonso Flamarique, quienes enterraron un 80% del complejo bajo la montaña para aprovechar mejor la gravedad durante la recepción y el transporte de la uva. La bodega tiene vocación de ver y ser vista. Los volúmenes de oficinas y de barricas vuelan algunos metros, potenciando así su geometría prismática y convirtiéndose en miradores sobre un entorno de campanillas, con vistas al valle del Ebro, las sierras de Cantabria y de La Demanda, y al caserío de Ollauri.
Al norte del río Ebro, en la Rioja Alavesa se encuentran bodegas cuyo diseño es mundialmente reconocido.
La Bodega Ysios, cerca de Laguardia, se inauguró el año 2001. El edificio es un proyecto del valenciano Santiago Calatrava, quien la creó en hormigón revestido con lamas de madera de cedro, y con un acabado de aluminio natural en el exterior. El tejado simula las olas del mar. Esta instalación fue pionera y propició la construcción de posteriores bodegas vanguardistas, ‘de autor’, en la comarca. El nombre Ysios se inspira en los dioses faraónicos Isis y Osiris, relacionados con el mundo del vino.
Bodegas Baigorri, en Samaniego, ha sido diseñada por el arquitecto Iñaki Aspiazu. Es un edificio que se adapta a la topografía existente y desarrolla de manera armoniosa todo su programa bajo la superficie, siendo la gravedad la que adquiere todo el protagonismo permitiendo que la uva llegue entera a la fermentación desarrollando todo el proceso de elaboración de manera vertical.
La bodega está formada por una caja de cristal vacía en la que, descendiendo y bajo tierra, el espacio se organiza en siete niveles, siendo en el sexto nivel donde se encuentra el restaurante, un espacio abovedado con vistas a los viñedos y a la nave de barricas
El pueblo alavés de Elciego tiene solo mil habitantes, una iglesia del s. XVI y un Ayuntamiento del s. XVIII pero, el mayor atractivo local, no obstante, es el espectacular hotel de la Bodega Marqués de Riscal, un proyecto del arquitecto canadiense Frank Gehry, ganador del premio Pritzker y creador del Museo Guggenheim de Bilbao. Innovador y vanguardista, Gehry planteó una composición de prismas rectilíneos que flotan sobre el suelo gracias a tres supercolumnas que soportan el conjunto. Luego recubrió el edificio de titanio y lo impregnó de colores llenos de simbolismo: el rosa representa el vino tinto; el oro, la malla de las botellas; y el plateado, la cápsula de la botella. La osadía del proyecto obligó a poner una maqueta a prueba en un túnel del viento en Canadá repetidas veces, antes de acometer la construcción del edificio real.