El Barrio de La Estación es un museo, un libro de historia, un tratado sobre enología, un entramado de calles hedonistas, un viaje en el tiempo y una proyección al futuro. Es, en fin, un lugar emblemático de la ciudad de Haro, un enclave que presenta la mayor concentración de bodegas centenarias del mundo, abiertas al viajero y orgullosas de su pasado y cuya construcción giró en torno a un eje central y común: la estación de ferrocarril.
El Barrio de la Estación empezó a dibujarse en la segunda mitad del siglo XIX como consecuencia de la sustitución de las caballerías como medio de transporte tradicional del vino por un novedoso ferrocarril y sus “caminos de hierro”.
Una circunstancia a la que se unió la necesidad de numerosos bodegueros franceses de acudir a La Rioja para adquirir vinos con los que sustituir las malas cosechas que el oidium (1863) y la filoxera (1867) provocarían en sus viñedos, instalando sus centros de exportación en los alrededores de la provisional estación de ferrocarril.
Pero que los vecinos del barrio sean bodegas centenarias no quiere decir que sean antiguas, pues las bodegas son construcciones que nunca están terminadas, generación tras generación evolucionan y consiguen mezclar su parte más clásica, la más antigua, con la arquitectura más moderna.
De este modo, una visita al Barrio de la Estación de Haro se convierte en un viaje por el tiempo, donde se puede seguir la evolución del vino y la arquitectura del último siglo.